jueves, 15 de enero de 2009

El dominio de los Webopolios




El siguiente artículo fue publicado en El Cronista Comercial el jueves 15 de enero de 2009.

Ver aquí.

En el diario reducen un poco el artículo, que puede ser leído completo a continuación:

Webopolios

A partir de la evolución de la Web y de su apertura definitiva al público -la famosa 2.0-, aparecieron millones de blogs, y la oferta de esta gigantesca red se convirtió, aparentemente, en un bien público y de acceso ilimitado.

Desde entonces, se ha hablado de las bondades democratizadoras de la Web, de sus virtudes como herramienta que fomenta la libre competencia y el acceso a los grandes mercados, desde cualquier país del mundo. Cualquier persona o empresa, con un costo bajísimo o nulo, podía así acceder al mercado global más grande de la historia.

Pasada la emoción por la novedad y deteniéndonos en su realidad económica, la Web deja de ser algo tan entusiasmante para quienes creían y soñaban con sus bondades igualitarias.

La concentración económica en el mundo preWeb, a partir del nacimiento de esta nueva era se acentúa en forma drástica. Internet motiva y alienta la creación de oligopolios más fuertes y de más rápida constitución que los ya conocidos en el universo off line.

No existe empresa que haya tenido una expansión geográfica tan veloz como la que demostraron decenas de negocios on line.

Coca-Cola, creada por John Pemberton en mayo de 1886, logró hacer pie en Asia recién setenta años después; fue en 1954, bajo el nombre de "Ko-kou-ko-le chapo" (felicidad en la boca). Google, con sólo diez años cumplidos, es una de las cinco páginas más visitadas por los usuarios de todos los países del mundo y vende espacios publicitarios (o sea, hace su negocio) en todos ellos. Se calcula que, para 2009, dominará el 50 por ciento de la pauta publicitaria total en Internet.

Basta comparar algunos negocios tradicionales con sus equivalentes en Internet para notar las diferencias en los tiempos y formas que requirieron para posicionarse como líderes.
En cada país existe un promedio de tres empresas que se dedican a los servicios de correo, además de subsidiarias o pequeñas competidoras regionales. En cambio, tres proveedores de e-mail (Google, MSN y Yahoo) concentran prácticamente la distribución total de e-mails en todo el mundo.

En el mercado de la compra y venta, las diferencias se hacen aún más notables. En el mundo, se multiplican los tradicionales centros comerciales, llegando a coexistir, en una ciudad como Buenos Aires, más de ocho shoppings. Mientras tanto, el portal para comprar y vender MercadoLibre.com, lo más parecido a un shopping que ofrece la Web, concentra en sí mismo más del 50 por ciento del volumen total de compras y ventas en Internet de la Argentina.
Amazon.com, uno de los sitios de comercio electrónico más grande del mundo, on line desde 1995, entrega con cuentagotas cualquier información sobre su actividad, pero distintos análisis reflejan que concentra la mayoría del mercado de compra y venta de libros por Internet en Estados Unidos. Recibe más de 50 millones de visitantes por mes, según indica un reporte del sitio Compete.com.

En las comunicaciones ocurre algo similar. Es casi imposible calcular la cantidad de empresas que prestan servicios tradicionales de telefonía, mientras que el mismo cálculo se hace sencillo en Internet. Los servicios de mensajería instantánea, primos hermanos de la telefonía del off line, son pocos y muy populares. Otra vez, los servicios de MSN (pionero en la materia, exceptuando al juvenil ICQ), Google y Yahoo, webopolizan el negocio. La telefonía por IP, con Skype como principal representante, también es un mercado dominado por unos pocos, que son muy grandes.

El negocio del juego no está exento. También en las apuestas, Internet concentra la oferta en sitios grandes y poderosos.

En el rubro de las búsquedas on line, sin comparación en el mundo físico, Google tiene el 63,1 por ciento del mercado mundial, Yahoo el 20,5 por ciento y los sitios de Microsoft el 8,5 por ciento, según reporta MarketingCharts.

Casi todos los diarios del mundo ofrecen sus propios avisos clasificados. Con más de un siglo de experiencia, en su inmensa mayoría su alcance se limita a un solo país. Por eso, en cada país conviven decenas o centenares de medios que dedican miles de páginas a la venta de espacios para la oferta de productos o servicios. En cambio, OLX.com, creado en 2006, llega a más de 40 países del mundo con su servicio. En Estados Unidos, Ebay concentra el 64 por ciento del total de visitas a sitios de compra y venta de vehículos, seguido por Autotrader.com, con el 10 por ciento, según estimaciones de ComScore.

Mientras en cada punto del planeta existe un pequeño canal de televisión, y cada país tiene tres o cuatro canales propios, YouTube es líder mundial, con el 40 por ciento del mercado, en la visualización de videos on line. En segundo lugar, y muy lejos, se encuentra el conglomerado Fox Interactive Media, con el 3.8 por ciento.

Además de la lógica global que es principio y fin de la Web, y que permite, al mismo costo, llegar con un mensaje tanto a Tokio como a la vuelta de la esquina, el modelo económico que impera en Internet hace necesaria la constitución de grandes jugadores. ¿Por qué? En la actualidad, el modelo económico de la mayoría de los negocios on line es el gratuito. Un servicio es puesto a disposición de los usuarios totalmente sin costo, y esta interacción (el uso del servicio) es solventada por el mensaje publicitario de un tercero. Por lo tanto, a mayor cantidad de usuarios, más publicidad y, como consecuencia, mayores ingresos. Al no existir un pago directo por la utilización del servicio, aquellos que los ofrecen necesitan captar grandes masas de usuarios para que su negocio cobre sentido.

Muchos servicios no serían factibles, por los altos costos que implican, si no fueran utilizados por millones de personas. Por ejemplo, no podría existir un servicio de correo como el de Gmail que fuera utilizado en forma gratuita por 200 personas.

En 2004, el periodista estadounidense Chris Anderson utilizó la frase La Larga Cola -The Long Tail- para explicar cómo Internet y el entorno digital habían cambiado las reglas del mercado. La larga cola que constituyen los millones de pequeños competidores disimula las desventajas de un modelo que, en realidad, tiende a concentrar cada día más el poder en unos pocos.

Los grandes, cada vez más grandes. Y muchos más chicos, cada vez más chicos.

Por Pablo Capurro